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Examen de selectividad curso 2012/2013 - Lengua castellana y Literatura

FEBRERO, ARTÍCULO 3

Puede, lector, que estés leyendo estas palabras en la edición impresa del diario. O tal vez en tu ordenador, asomado al navegador de web. Puede también que las estés siguiendo en tu teléfono móvil. O a lo mejor te llegan en un e-reader, o lector de tinta electrónica. Puede incluso que las leas en una tableta.

Pero a lo mejor, lectora, has empezado a leer este artículo en tu móvil, camino del trabajo, lo has seguido en el ordenador, haciendo un alto en tus tareas, y lo terminas cómodamente en la cama, en el iPad, disminuyendo el brillo de la pantalla para no molestar al acompañante del lecho. Si has obrado así, eres una típica lectora de nuestros días, que se caracteriza por saltar de dispositivo en dispositivo dependiendo de las circunstancias. Un servicio por línea llamado Pocket (que almacena millones de artículos para su lectura futura), concluyó, a partir de los datos de acceso a sus textos, que se leía en el teléfono en horario de transporte público, en ordenador en el de trabajo, y en la tableta una vez en casa. Podría pensarse que el teléfono no estaba hecho para leer, pero tampoco estaba pensado para juegos, y ahí están los millones de usuarios de Angry Birds… Sencillamente, cuando está en el autobús la gente lee en el dispositivo que lleva más a mano.

Pero la pregunta clave es esta: ¿es lo mismo leer en cualquiera de estos dispositivos? Uno podría pensar que sí, que la noticia de la última tropelía del Gobierno nos indigna igual como titular en la primera página que como línea de texto leída en un móvil. Sin embargo, la lectura de un artículo como éste (o en general, de cualquier texto largo) tiene otros elementos. Uno de ellos es evidente: en el diario, este artículo se reparte entre dos páginas, que desplegadas abarcan más de medio metro de longitud por 40 centímetros de altura, lo que crea una experiencia de lectura envolvente.

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