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Examen de selectividad curso 2012/2013 - Lengua castellana y Literatura

TEXTO Nº 12

Procopio está preocupado. Ha perdido la memoria. No se acuerda de lo que pasó el miércoles en el Bernabéu, ni quién dio a quién un pisotón en la mano ni por qué ni para qué. No acierta a recordar qué clase de actividad deportiva se estaba practicando ni cuál era el propósito de tantas patadas dadas, ni el nombre de quién las daba, con o sin balón. Menos aún recuerda aquella Copa que el año pasado era un preciado trofeo y este año ya no. Barrunta que, a lo mejor, se cayó de un autobús y se abolló.

Procopio está tan preocupado que casi piensa en pareado. Tiene además la sensación de vivir en un país en el que se premia la corrupción. La otra noche, sin ir más lejos, soñó con una jauría de jueces feroces que, togas al viento, perseguían a uno de los suyos para crucificarle desnudo por intentar averiguar lo que todos sabemos.

A la mañana siguiente, el deprimido Procopio asumió con gregaria resignación que los árbitros y los jueces tienen siempre razón, hagan lo que hagan y digan lo que digan, por injusto, absurdo y estúpido que nos parezca al común de los mortales. Lo sospechoso del caso es que estos magistrados, habiendo estudiado lo mismo, tengan criterios tan diferentes. Pero lo que de verdad preocupaba a Procopio no era la estulticia, ya glosada por Erasmo, sino la pérdida de memoria que ponía en solfa su proverbial erudición balompédica, así que acudió, sin cita previa, a la consulta de una psicóloga paranormal, argentina para mayor redundancia, llamada Georgina Tres Catorce Dieciséis por sus matemáticos desvaríos y más conocida como Gina Pi.

 

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